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La vida es un viaje que comienza con el nacimiento y que, por lo pronto termina con la muerte, o al menos con la muerte se toma una escala.
Lo cierto es que durante nuestra vida vamos adquiriendo conocimientos, habilidades y experiencias que nos van formando, moldeando.
Estamos viajando por la vida, durante ese viaje cambiamos de maleta cada determinado tiempo, los momentos de cambiar nuestro equipaje los determinan generalmente aquéllos eventos que cambian el curso de nuestros planes, el instante en el que logramos una meta, cuando se nos concede un deseo. La muerte repentina de un ser querido, nuestro primer amor, la aceptación o el rechazo de la universidad son una muestra infinitamente pequeña de esos momentos.
Cada uno de nosotros tenemos identificados esos momentos, algunos de ellos nos impulsan, nos motivan, nos muestran nuestras capacidades y otros nos sabotean, son las vocecillas que nos dicen que estamos siendo tratados por la vida exactamente igual que como se nos trató cuando nos sentimos lastimados, frustrados, tristes.
Nuestro equipaje
Todos esos momentos están en nuestras maletas, algunas ya las cerramos, lo hicimos precisamente cuando ocurrió el evento decisivo. Sin embargo los sacamos de ahí cada vez
que consciente o inconscientemente los necesitamos.
Es necesario abrir equipaje cada vez que arribamos a un destino intermedio, sin embargo es el uso que le damos a lo que sacamos de nuestra maleta lo que hace la diferencia.
El presente es una maleta abierta que, como las cerradas del pasado se va a ir llenando de situaciones, conocimientos, habilidades, satisfacciones, triunfos, sueños, frustraciones, tristezas. Se debe ir llenando con su propio contenido no con lo que ya teníamos en las cerradas ya que las maletas son de un tamaño finito y si comenzamos a llenar el presente con lo que hay en el pasado estaremos dejando algo de hoy fuera de nuestro equipaje, y tal vez eso que estamos dejando fuera nos hará falta en el futuro y no sabremos que lo dejamos olvidado. Sin embargo, siempre debemos echar mano de aquéllos momentos inspiradores, de plenitud, de felicidad, de metas logradas, los debemos ir pasando a cada maleta que vayamos abriendo por que esos son los más ligeros, lo que no pesan, son como las ruedas de nuestro equipaje.
Al contrario, cuando sacamos a los saboteadores de nuestra maleta ya cerrada y les permitimos que nos convenzan de que no podemos dar un paso más, de que debemos posponer nuestros sueños, de que debemos dejar pasar nuestra felicidad, les estamos permitiendo entrar a nuestra maleta del presente dándoles un lugar que bien le puede corresponder a un triunfo, una meta cumplida, a una decisión que implique una experiencia diferente, a nuestra felicidad.
El contenido de nuestro equipaje
Cada uno de nosotros [tweetable alt=»Decidimos qué de nuestro pasado traemos al presente.»]tenemos el poder para escoger qué es lo que metemos en la maleta que tenemos abierta, en nuestra maleta del presente[/tweetable]; si queremos meter en ella a los mismos saboteadores que tenemos ya en la maleta del pasado, si queremos meter aquéllos triunfos, metas logradas, decisiones acertadas, momento felices del pasado y escogemos aquéllas vivencias actuales que queremos tener en esta maleta para sacarlos cuando las necesitemos.
¡Feliz Viaje!
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